Después de mucho tiempo puedo volver a entrar a mi blog, en estos momento estoy en muchas cosas y lastimosamente no me queda tiempo para entrar y visitar los blogs de los amigos, pero hoy, aprovechando que tengo un pequeño descanso entre tantas actividades, no resistí la tentación de compartir esta reflexión que me envio el hermano Mariosvaldo Florentino, me encanto pues vino a echar un poco mas de luz sobre ciertas situaciones que se están dando en mi vida y a confirmarme que estoy en el camino correcto al procurar ponerle siempre a Dios en primer lugar y luego debajo de El a todo lo demás, hace pocos dias conversando con un amigo sobre trabajo y dinero el me contaba de sus planes en el futuro, en su lista de deseos figura viajes, paseos, fiestas, conocer gente, conseguir estabilidad economica, etc etc, yo le comente que en unos dias debia entrar de retiro y por ese motivo no podría asistir a una determinada reunión de negocios, el me contesto que me perdería de muchas cosas, entonces aproveche la ocasión para citarle una frase que me gusta siempre tener presente en mi vida, "Ocupate de mis cosas que yo me ocupare de las tuyas", el no me contesto nada, prefirio no responderme, espero en Dios que lo haya ayudado a pensar en su vida, de como anda su espíritu, de su relaciòn con Dios.
“Felices los pobres... los hambrientos... los que lloran... los perseguidos...
Ay de los ricos... de los satisfechos... de los que ríen... de los que son aprobados por todos...” (Lc 6, 20-26)
Estas palabras de Jesús, sin dudas, nos hacen reflexionar. Nos presentan una lógica muy diversa de aquella que estamos acostumbrados a encontrar en el mundo: los que sufren son llamados de felices, y los que están bien son amenazados. Jesús ve en modo positivo a aquellos que están en la desesperación de la vida, a aquellos que hacen una real experiencia del límite, a aquellos que están en la búsqueda, a aquellos que desean algo mejor. Y por otro lado se entristece y desprecia a aquellos que se sienten satisfechos, a aquellos que están acomodados, a aquellos que no sienten falta de nada, a aquellos que piensan que pueden comprar todas las cosas y a aquellos que por la mediocridad están bien con todos, porque nunca asumen una posición ni si comprometen.
Creo que una excelente pista para una buena interpretación de este texto evangélico es la primera lectura de este domingo: (Jer 17, 5-8) - “¡Maldito el hombre que confía en otro hombre, que busca su apoyo en un ser mortal, y que aparta su corazón del Señor. (...) ¡Bendito el que confía en el Señor, y que pone en él su esperanza!”
Es característico del hombre ser, un ser incompleto y en constante búsqueda de algo que lo pueda satisfacer plenamente. Todos tenemos un sueño, un deseo que nos falta completar. Parece ser que el límite de nuestra saciedad siempre se aleja un poco más, conforme avanzamos. De hecho, Dios nos hizo así, para que no pudiendo ser saciados completamente por nada en este mundo, estuviéramos siempre buscando algo más, y entonces camináramos hacia él. San Agustín nos dice que “El corazón del hombre vive inquieto, mientras no reposa en su creador.”
El problema es que muchos hombres, sin comprenderse profundamente, creen que pueden encontrar la plena satisfacción, la felicidad, en las cosas del mundo. Corren desfrenadamente detrás de la moda, de las posesiones materiales, de la carrera profesional, de las riquezas, de la acumulación de los bienes (casas, coches, viajes), o se entregan a las pasiones, al sexo, a las bebidas, a la drogadicción, a los juegos...
Se hacen la ilusión que ser una persona plenamente satisfecha, si consigue solo, multiplicando los momentos de placer. Esta es una gran ceguera de la cual muchos padecen. Creen que es necesario repetir y repetir las “cosas buenas de la vida”, sin darse cuenta que así se llega solo al cansancio, o a la frustración, o hasta a la autodestrucción. Algunos en esta búsqueda ilimitada del propio placer, hacen hasta mucho daño a los demás, los oprimen, los manipulan, se divierten haciendo a los otros sufrir, pero no son capaces de darse cuenta de esto.
Es en contra de estas personas, que tienen los ojos encandilados por las cosas de este mundo, que Jesús con mucha dureza dice: “Ay de ustedes...los ricos ... los satisfechos ... los que ríen ... .
Ay de quien cree que se basta a si mismo. Ay de quien piensa solo en las cosas materiales. Ay de quien pone su confianza solo en el dinero. Ay de quien no tiene nunca tiempo para Dios. Ay de quien piensa que la religión, la fe, el amor, la caridad son cosas ultrapasadas e inadecuadas. Ay de quien piensa que la ciencia puede resolver todas las cosas. Ay de quien pensando solo en si mismo, sacrifica la amistad, la familia, la fidelidad, la honestidad. Pues están condenados a la soledad, a la frustración, a la tristeza y al llanto.
Felices los que están buscando, más allá de las cosas aparentes, pues descubrirán en la vida a una realidad muy importante, pero que es invisible a los ojos. Felices los que se preocupan por los demás, pues se descubrirán humanos. Felices los que alzan sus manos al cielo y suplican la gracia de Dios, porque él no les dejará con la manos vacías. Felices los que son capaces de renunciar a si mismos para darse a los otros, pues sentirán germinar en sus corazones una fuente de alegría y de paz. Y ¡Bendito el que confía en el Señor, y que pone en él su esperanza!”
El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te de la PAZ.
Hno Mariosvaldo Florentino, capuchino.
Gracias por tus palabras compartidas con nosotros... Te envío mi cariño y bendiciones!!
ResponderEliminarA pesar del tiempo transcurrido siempre es bueno compartir por estos medios, que bien que no te olvides de tu espacio y nos aportes tan buenos textos...
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